Otra vez Kyrie Irving en los titulares. Otra vez porque hay jaleo en torno al base. Uno de los mayores talentos ofensivos de la historia de la NBA, y uno de los jugadores de estilo más estético de todos los que han pisado una pista de baloncesto, pero también una de las personalidades más complicadas. Después de que los Nets fueran barridos (4-0) en primera ronda por Boston Celtics, uno de los exequipos de Kryie, uno de los que dejó atrás porque no encajó, su compleja situación quedó en un segundo plano. Pero, con la agencia libre ya a menos de dos semanas, eso no podía durar mucho tiempo. No: ya hay caso Kyrie. No podía ser de otra manera. Shams Charania (The Athletic) afirma que el jugador y la franquicia están en un parón, que no acercan posturas sobre una posible ampliación y que eso pone a Kyrie a tiro de mercado. Y que, claro, aparecen los merodeadores habituales: Lakers, Knicks, Clippers.
Kyrie, ya se sabe, ha pasado de verso libre y enfant terrible a un problema serio para su equipo, que se quedó lejísimos de sus expectativas mínimas para la temporada pasada, perdió por el camino a James Harden y quemó el tercer año de la pareja Kevin Durant-Kyrie Irving en Brooklyn. Dos reales, si se considera que KD no jugó en todo el primer curso porque arrastraba su lesión del tendón de Aquiles en las Finales 2019. Pero tres a efectos de contratos. Durant firmó en agosto una extensión de cuatro años y 198 millones de dólares. Los Nets querían dejar arreglado el futuro del big-three pero nada salió como esperaban: James Harden no extendió su contrato y acabó traspasado a Philadelphia 76ers, un rival directo. Con Kyrie tampoco hubo acuerdo. Los Nets iban a ofrecerle 187 millones por cuatro años extra pero retiraron su oferta.
El asunto de la vacuna de Kyrie destrozó la dinámica del equipo, acabó con la química y con las posibilidades de formar un bloque compacto. El base se perdió 35 partidos de fase regular en Brooklyn, y eso le costó quedarse sin 13,3 millones de dólares. Los Nets solo le sancionaban por los partidos en su pista, los que por las leyes de Nueva York no podía jugar por no estar vacunado. Los que eran a domicilio sí los cobraba ya que de esos estaba apartado por el equipo, que empezó la temporada sin querer circo pero acabó pegándose, tragando. A eso hay que sumar que, por un encontronazo con la marca, Nike no piensa seguir con él más allá de esta ya terminada temporada y perderá un contrato que era de unos 11 millones al año. Dinero que vuela junto a esa extensión que ahora toca negociar de nuevo. El problema es que Kyrie, uno de los jugadores más determinantes de la NBA cuando está centrado y en pista, ha dejado de ser alguien del que un equipo pueda fiarse. En sus tres temporadas en Brooklyn ha promediado 27,2 puntos y 6,1 asistencias con un 40% en triples. Pero ha jugado sólo 103 de 216 partidos de fase regular. Y, literalmente, nunca se sabe por dónde puede salir.
DiarioAs

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